Reconstruyamos Nuestro Sistema Migratorio

Necesitamos políticas que reflejen el valor que todos los inmigrantes aportan a nuestras comunidades – no nuestro actual sistema fragmentado y defectuoso que sirve sólo para deshumanizar a los inmigrantes que buscan hacer progresar a nuestro país en lugar de ayudarles a lograr el éxito. En pocas palabras, nuestro sistema de inmigración es un desastre. Los republicanos extremistas se han interpuesto en el camino de una reforma real que crearía un camino justo y ordenado hacia la ciudadanía para millones. Y seamos honestos: los demócratas en el Congreso no han logrado ofrecer las reformas de inmigración necesarias, incluso cuando controlaban ambas cámaras del Congreso.

Ahora, una generación de inmigrantes vive a la sombra de nuestra economía, muchos con jefes que explotan el estatus de sus trabajadores para robar sus salarios y abusar de ellos en su entorno laboral. Tenemos receptores de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, ídem) temiendo que su estatus expire cada cinco años. Tenemos receptores de Estatus de Protección Temporal (TPS) que no pueden regresar a casa de manera segura pero aún no cuentan con la oportunidad de obtener la ciudadanía. Tenemos solicitantes de asilo en todo el mundo que no están seguros acerca de las reglas y requisitos para ingresar. Estados Unidos sigue siendo un faro de esperanza para muchos en todo el mundo, y es hora de que actuemos como tal.

Y la realidad económica es clara: California necesita a los inmigrantes. Nuestro estado depende de trabajadores agrícolas para alimentar a la nación. Pequeñas empresas desde Chico hasta Temecula necesitan desesperadamente más trabajadores de servicios. También necesitamos científicos para mantenernos a la vanguardia a nivel mundial y más médicos y enfermeros para cuidar de nuestra población de la tercera edad. Necesitamos un sistema de inmigración justo y ordenado que trate a las personas con dignidad, no uno que esté pegado con cinta adhesiva y parezca un rompecabezas sólo porque los políticos en Washington tienen miedo de abordar problemas desafiantes.